'Lilo y Stitch' es casi un calco de la película original que no se avergüenza del cartoon y del slapstick. Para mi sorpresa, Disney ha dado en el clavo

'Lilo y Stitch' es casi un calco de la película original que no se avergüenza del cartoon y del slapstick. Para mi sorpresa, Disney ha dado en el clavo

Sin pasarse, claro: no deja de ser un remake en acción real para un público que ya sabe lo que va a ver y no le importa comer cena recalentada

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Lilo
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Randy Meeks

Editor

Hace tan solo dos meses nos preguntábamos si Disney tenía que replantearse su estrategia de remakes en imagen real tras el sonoro batacazo de 'Blancanieves'. Sin embargo, esta semana, una vez más, demuestra que, por cada bochorno en taquilla, tiene una película que vuelve a insuflar millones en sus arcas. En este caso hablamos, claro, de 'Lilo y Stitch', un remake muy temprano (tan solo hace 23 años de su película original) que sabe aprovechar la ola de nostalgia de inicios de siglo, multiplicar la cuquez de su protagonista y añadir lo justo y necesario para mantenerla actual. El resultado es sorprendentemente entretenido, sí... aunque, obviamente, falto de magia.

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Lilo, reina

'Lilo y Stitch' juega en la misma liga de remakes en acción real que otros como 'El rey león' o 'La bella y la bestia'. O sea, una especie de traslación idéntica de la película animada original, en ocasiones casi como un ejercicio al estilo del 'Psicosis' de Gus Van Sant, con la diferencia de que aquí no han tratado de "dignificar" la animación destruyendo los diseños cartoon con hiperrealismo absurdo, como pasaba en la película de Simba. En este caso, son perfectamente conscientes de que gran parte del atractivo que tienen tanto Stitch como el resto de extraterrestres que le rodean es su histrionismo, su capacidad para doblarse de mil formas y estamparse gratuitamente contra todo tipo de plataformas. Es más: por una vez, funciona. ¿Quién nos iba a decir que respetar los diseños originales daba como resultado una película mejor?

Si nunca has visto la versión original, es probable que salgas enamorado de esta nueva película, porque guarda todas las claves que ya la convirtieron en un éxito allá por 2002: slapstick, cuquez y mucho, muchísimo corazón. De alguna manera, 'Lilo y Stitch' es capaz de conservar todo aquello que ya la hizo especial sin perder mucho en una adaptación que podría resultar excesivamente artificial (como pasaba en 'La bella y la bestia', por ejemplo) pero en la que Dean Fleischer Camp, director de 'Marcel, la concha con zapatos', ha tirado de maña y sabiduría artística, demostrando que si alguien podía llevar a buen puerto esta película era él.

Por supuesto, soy perfectamente consciente de que hay una pregunta sobrevolando cada párrafo de esta crítica: ¿Realmente 'Lilo y Stitch' era necesaria? La respuesta es firme: no. Ninguno de los remakes en imagen real de Disney hasta ahora lo ha sido, incluso aquellos que trataban de dar un giro artístico a sus creaciones, como 'El libro de la selva', 'Dumbo' o 'Blancanieves'. No hay necesidad de actualizar una historia de 2002 que sigue funcionando, pero, ya que estaba en la hoja de ruta del gigante cinematográfico, mejor hacerla con todo el cariño, el respeto y el amor posible. No sustituye de ninguna manera a la película de 2002, pero sí es capaz de dar algo nuevo al espectador fanático de aquella: una nueva capa que se siente orgánica y satisfactoria. No es poca cosa, visto lo visto.

Ohana en el cielo

Entre estos añadidos, además de varios gags puramente slapstick, se encuentra un personaje totalmente nuevo, Tūtū, que no solo muestra otra persona preocupada por Lilo, sino que además es una perfecta excusa argumental para recordarle a Nani cuál es su camino en la vida. Su presencia ayuda a reforzar el vínculo entre las dos hermanas, entre las que se han añadido un par de escenas sentimentales que funcionan estupendamente (ojo a la fabulosa post-créditos). Además, se ha reforzado ligeramente el discurso contra la gentrificación en Hawai (aunque nunca podrá ser tan divertido como en la original) y añadido toda una trama de empoderamiento para Nani que en ningún momento se siente forzada.

Stitch

Sin duda, el mayor logro de toda la cinta es un Stitch recreado digitalmente que realmente es fácil creerse: en lugar de tirar por un modelo realista o modificar su diseño clásico, simplemente lo han llevado a CGI. El resultado puede que venda menos muñecos -al fin y al cabo, ¡ya tienes el de la película original!- pero es fácil disfrutar al verle hacer barrabasadas en pantalla sin ningún tipo de hieratismo en sus movimientos o de valle inquietante en su mirada. 'Lilo y Stitch' sabe perfectamente que la clave del éxito está en la imitación con cabeza, más que en el auto-plagio o la obsesión con trazar una línea clara entre el pasado y el presente.

Es un reclamo forzado a la nostalgia que va a hacer millones dedicándose a un público ávido de repetir plato tras una buena comilona, sí, pero muy autoconsciente. Todos sabemos que 'Lilo y Stitch' va a tener un público ya asegurado por defecto que va a fichar más que a sorprenderse, pero lo bueno es que, en esta ocasión, les toca uno de los live-action buenos, repleto de ritmo y que no trata en ningún momento de reinventar la rueda, sacando lo mejor de la cinta animada e insuflando tan solo un poco más de personalidad en algunos de sus personajes.

Sí, a este 'Lilo y Stitch' le falta la magia, las expresiones y el atrevimiento que solo puede encontrarse en las películas de animación en dos dimensiones de la era dorada de Disney, pero consigue hacer relevante una película que ya estaba más que amortizada (su última serie spin-off, 'Stitch y Ai', es de 2017). Ahora a Disney le falta volver a la mesa de análisis para seguir tratando de dar con la clave en este subgénero. Aquí han dado en el clavo, más allá de que algunos -más o menos amargados con el devenir del cine- señalemos el mercantilismo exagerado de este tipo de versiones. Ahora falta, una vez más, que aprendan las lecciones correctas para que, cuando salga 'Vaiana', no tengan que volver a la casilla de salida.

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