Cuando los más pequeños de la casa se ponen frente al televisor, siempre hay un interés por asegurarse de que estén viendo algo instructivo. En el caso de 'Bluey', las lecciones se extienden a los padres. La comedia infantil de Disney+ es todo un fenómeno familiar: infinitamente creativo, divertido, y en alguna ocasión sorprendentemente emotivo. Es la rara serie de estas características que puede ser disfrutada por la familia al completo. Sí, incluso los miembros caninos.
La fórmula del éxito es clara. Los episodios de 'Bluey' duran unos siete minutos, tiempo perfecto para la capacidad de atención de los peques y para iterar nuevas ideas constantemente. Cada uno es una aventura autocontenida en forma de un juego en el que Bluey y Bingo participan con sus padres. A veces con uno, a veces con los dos, pero el juego es siempre una actividad familiar con lecciones que enseñar. No son los colores o las letras, estas tienen más que ver con aprender a compartir o a escuchar.

Bandit y Chili son una auténtica lección de paternidad, pero para muchos espectadores adultos ansiosos, es también un viaje de culpa. A lo largo de las numerosas aventuras los papás caninos se disfrazan, improvisan juegos, son creativos y participan eternamente pacientes en las divertidas actividades que se le ocurren a sus niñas.
Desde los espectadores más adultos hay una preocupación genuina en que 'Bluey' siembre unas expectativas irreales para los padres. Algunos han escrito sobre la problemática que puede conllevar la falta de límites en el desarrollo de sus niños, así como la imposibilidad de integrar todos esos juegos en la rutina adulta. "¿No tienen que hacer la cena? ¿No hay tareas del hogar que realizar? No queda claro. Todos están jugando a tener un taxi", escribe Julia Glassman en The Mary Sue.

Otros ya viven expectativas en sus carnes. En un subforo de maternidad en Reddit, una joven madre escribió cómo tras un tiempo viendo la serie sus hijos (de 4 y 7 en aquel momento) habían pasado de tener una vida de juego independiente a pedir su presencia constantemente, a menudo en momentos en los que a ella le era imposible prestarles atención. A esta madre en particular, era también el componente de roleo tan presente en la serie lo que le pedían y le resultaba incómodo. "Leo a mis hijos, jugamos a juegos de mesa, cocinamos o vamos de senderismo, pero no me gusta jugar a los peluqueros".
Otros espectadores ofrecen soluciones a mensajes como este. La clave está en la duración de los episodios. Esos siete minutos ocurren en su mayor medida en tiempo real, lo que deja un día entero de la familia Heeler que no estamos tiempo y que está probablemente dedicado a una vida adulta funcional que no vemos. Un comentario sugería jugar con ellos a ese tipo de actividades más creativas solo durante el tiempo que dura un capítulo de 'Bluey'. "Todos podemos encontrar siete minutos al día para hacer el tonto".
Al final del día, para algunos es mejor centrarse en lo constructivo. Expertos en comunicación defienden que es los mensajes con lo que merece la pena quedarse, y no tanto con los específicos de la ejecución. Mientras que otros lo utilizan de fuente de inspiración para seguir aprendiendo a comunicarse con sus hijos. En Facebook hay un grupo de padres llamado apropiadamente "Bandits", con más de 100.000 miembros. "Bandit no es perfecto", decía a Yahoo uno de sus miembros. "Pero siempre está intentando mejorar, como padre y como pareja".
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